martes, abril 18, 2017

Yevgueni Yevtushenko: “A la izquierda, siempre a la izquierda, pero no más a la izquierda del corazón”

El año 1987 me dispuse a ir a la ciudad universitaria de Lund en Suecia donde, según consignaba el periódico, daría un recital el poeta ruso Yevgueni Yevtushenko, un verdadero clásico y un mito. El rumor de que se año le darían el Premio Nobel de literatura a un ruso, era grande en Suecia En la ciudad Malmö tomé el metro tren y en quince minutos llegué a la ciudad de Lund. En el camino al auditorio universitario me encontré con mi amigo, el músico Julio Numhausser, que iba a lo mismo.
En el camino Julio me contó que el poeta Yevgueni Yevtushenko, cuando había estado en el Chile de Allende, le habían pedido a él que fuese su ataché. Entonces Julio vivió varios días con el poeta en Santiago. El poeta ruso estaba obsesionado con comprar un diccionario de rimas. Con ese objetivo visitaron numerosas librerías de Santiago. El ruso dio un legendario recital en el Estadio Chile. Ahora Julio lo había llamado al Gran Hotel de Lund, donde el poeta se alojaba, y el ruso lo invitó a  cenar después del recital.
El recinto estaba repleto. El ruso apareció por la platea y vestía una camisa florida, con su porte alto y delgado.
El poeta tenía fama de recitador para estadios, un seductor de masas. No había perdido nada de esos gestos. El actor que leyó las traducciones al sueco fue el destacado Peter Stormare.
Fue una lectura apoteósica. El mito era real.
Pero faltaba lo mejor de esa noche.
Al finalizar dijo el ruso:
“Quisiera dedicar este recital a mi amigo Julio Numhausser que se encuentra hoy en la platea y al que yo conocí en el Chile de Salvador Allende. Permítanme terminar con un poema que yo leí en el Estadio Chile de Santiago. Y en homenaje a Julio quisiera leerlo en español”
En ese momento, todos los ojos se volvieron a Julio Numhausser que estaba sentado a mi lado.
Y el ruso recita en español:
A la izquierda, muchachos,
siempre a la izquierda,
pero no más a la izquierda
de vuestro corazón.
”.
Era, obviamente, un poema contra el estalinismo y contra las burradas de los que comulgan con ruedas de carreta.
Esperamos con Julio que el poeta firmara sus libros a sus lectores.
Después vino el ruso a saludar a Julio. Y entonces en el hall del auditorio, Julio me lo presentó y él, cordialmente, me invitó a la cena. Nos fuimos caminando hasta el restaurante del Gran Hotel de Lund, donde cenamos junto a su nueva mujer, María Nóvikova, una rusa bella y blanca como la harina, Peter Stormare, el monstruoso actor sueco y el editor sueco de Yevgueni Yevtushenko, el poeta Rubén Aguilera de Lund y el poeta Juan Cameron, que se había sumado en el camino.
Recuerdo que en algún momento Yevgueni Yevtushenko al iniciar la cena hace un brindis y dice:
-Quisiera hacer un brindis por Julio Nunhausser y mis amigos chilenos aquí presentes. Conocí a Julio en el Chile de Allende. Un pueblo al que quiero mucho, un país de grandes poetas y de grandes vinos.
En ese momento, el editor llamó al mozo:
-Traiga el mejor vino que tenga para los chilenos.
Así brindamos y comimos esa noche.
Ese año le dieron el Premio Nobel a un ruso, sí: Al poeta Joseph Brodsky.
Cuento esto ahora con la triste emoción que me da el haberme enterado recién, hace algunas horas, según informa María Nóvikova,  que el gran poeta ruso Yevgueni Yevtushenko ha muerto hoy a la edad de 85 años.
Creo sinceramente, con humildad y con esperanza, que el poeta Yevgueni Yevtushenko dio  prueba rigurosa de su amor a la libertad, a todas las libertades que debemos aspirar, no sólo a las convenientes.

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