EL REY LEAR Y EL COLAPSO FINAL: VETERANO POLÍTICO QUE NO SABE RETIRARSE
No existe ningún ecosistema frágil que ya no haya sido dañado irreparablemente. Estamos cerca del colapso, el fin.
Al rey Lear, al viejo político y su viejo modelo, nadie le enseñó a ser Adulto Mayor y a enfrentar su destino, que es su desaparición.
Melancolía, la película del genio controvertido danés Lars Von Trier, comienza con imágenes que muestran a la tierra absorbida por un planeta más grande, el planeta Melancolía. Es una bella imagen, pero es el fin. No hay huida.
Estamos fritos. Los malos augurios vienen con los cambios de los astros, los eclipses o las epidemias.
La era de la mascarilla y del plexiglass, el acrílico que evita la propagación del covid, quizá, es el símbolo del inicio de la fase terminal de la humanidad. Se acabó.
¿Es grave que la distopía esté aquí?
Quizá, digo, ya somos seres para la muerte.
El rey Lear de Shakespeare es un veterano político de 80 años que ha decidido retirarse por su elevada edad. Intuye que el colapso de su memoria es una perturbación definitiva. Les divide el reino a sus tres hijas. Antes, les pide a ellas que realicen un previo discurso de adulación. Las dos hijas mayores lo adulan. La menor, Cordelia, sin embargo, le dice que lo respeta como padre y que por eso mismo, no necesita adularlo.
Este simple hecho de honestidad de Cordelia, hace que el anciano rey Lear entre en un desconcierto.
“Tan joven y tan dura” –grita.
“Tan joven, mi señor, y tan sincera.” –replica ella.
El caos producido por la larga vanidad del rey es el fin de la naturaleza y del destino humano.
El rey Lear quería terminar con algo lindo. Cree que se lo merecía. Pero su hija, la que realmente lo amaba, lo desconcierta. Ella no es una aduladora. Pero, al político vanidoso quizá más que el cariño, lo que espera es que lo admiren.
No necesita amor. Necesita adulación.
El viejo político, (o el rey Lear, que ahora son lo mismo) no sabe cómo retirarse, toda su ancianidad está llena de caprichos, tampoco sabe ya entrar en el mundo sensorial de su joven hija, no es capaz de encantarla. No causa la menor convicción.
La lucha generacional es la peor de las luchas.
Al rey Lear nadie le enseñó a ser Adulto Mayor y a enfrentar su destino, que es su desaparición.
Un hombre viejo es siempre un Rey Lear, (Goethe).
¿Cuándo retirarse? ¿Cuándo jubilarse?
El rey Lear de Shakespeare, la desastrada historia del anciano político, acosado por la demencia senil, el Alzhaimer, es intensa, sobrecoge y conmueve. El viejo siente ingratitud y ahora quiere que nos pongamos en su piel, que seamos ponderados y democráticos con él.
La amargura lo ahoga. Además de Alzhaimer, carece de empatía, nunca fue empático, otra enfermedad grave.
En el crepúsculo enloquece. Y el veterano alarga innecesariamente su agonía.
"Después de todo, todo ha sido nada"
La decadencia y la testarudez del político es devastadora. Una pena lo muerde, es la mordida de la desesperación frente al yugo del tiempo. Está hundido. Acabado.
Va a morir, y nosotros vamos a morir.
Ha llegado el fin. El colapso.
Pudo haber terminado con alegría. Con dignidad dar paso con entusiasmo a los nuevos, a su hija.
Pero, su maldita vanidad lo desarma.
“Padre, acepta tu debilidad”.
Pero nadie enseña a un viejo vanidoso y egocéntrico a morir. No sabe que el sentido de su vida se ilumina por como enfrenta el fin.
“Piensan que lloraré. Pero no lloraré”
El mundo se va al carajo y frente al feroz e inminente colapso, el viejo político (y su viejo modelo: el dominio del beneficio ilimitado) no quiere renunciar.
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