jueves, febrero 04, 2021

EL RUSO TARKOVSKI Y EL SUECO BERGMAN EN UN MUNDO FRAGMENTADO

 


EL RUSO TARKOVSKI Y EL SUECO BERGMAN EN UN MUNDO FRAGMENTADO

(Revista Off the record. Febrero 2021) https://www.offtherecordonline.cl/PDF/OFF_2021_02.pdf )


Yo tenía 28 años y un atardecer fui a ver "Stalker", el film de Tarkovski, en un cine de la ciudad de Malmö, Suecia..

Fíjate que ahora ya pasaron casi 40 años desde aquel atardecer.

Salimos del cine y caminamos al bar. Caminar al bar. Saludar a la gente: hola, hola. Hoy caminar está restringido por la pandemia. Y luego pocos miran por donde van, encorvados en el celular.

La vida era más fácil en la democrática Suecia. Aún para un chileno exiliado como yo. A fines de los 70, en el Chile de Pinochet entramos con invitaciones falsas a una fiesta diplomática en la embajada de Venezuela.

¡Quiero huir de este pozo de desdoro!

Del zumbido de voces que había en el bar. Un panal. Podría escribir una notable crónica de esa colmena, de opiniones sonoras, divergentes, subjetivas. Era feliz en el bar y parlotear sobre la película que vi, o sobre el libro que leí. Era feliz y liviano como pájaro.

Ese recuerdo es como un sueño.

Después de ver el film de Tarkovski, caminé al Bullen, mi bar preferido de aquella dorada juventud, (la juventud es siempre dorada).

De eso quería hablarles.

La película lenta y poética estaba basada en el clásico de la ciencia ficción rusa, la novela "Picnic Extraterrestre" de 1971, de los hermanos Strugatsky, Arkadi y Boris. En la novela hay numerosos stalkers. En el guión hay un stalker y la trama ocurre en un día. La ciencia ficción fue un punto de partida táctico.

Stalker, rodada en 1979, trata sobre una Visitación extraterrestre que dejó una zona prohibida de basura extraterrestre. Un stalker o acechador se infiltra en la zona en busca de la habitación donde, uh, se cumplirá su más hondo deseo.

Uno amable, quizá irónico, el otro, huraño.

Después Tarkovski llegó exiliado a Suecia y vio a Ingmar Bergman en persona por primera vez en el Film Institutet. Bergman daba una charla a jóvenes sobre "Fanny y Alexander", su lujosa obra cumbre sobre un padrastro, un arzobispo sádico. Bergman consideraba un genio a Tarkovski, “sus películas son como milagros”.

A Tarkovski le causó una extraña impresión. Lo encontró egocéntrico, frío, superficial.

Lo que son las cosas.

Se desencantó de Sven Nykvist, el director de fotografía, y escribió con ánimo gruñón: “Es viejo y lento para absorber nuevas ideas”.

Yo había visto al maestro Bergman en un funeral. El año 82, yo aún tenía 28 años. A mediodía paseaba frente a la catedral gótica de Uppsala.

Mira, ahí está, Bergman.

Filmaba la escena del funeral de Oscar, el padre de los niños Fanny y Alexander.

1985. Tarkovski grabó "Sacrificio" sobre un enfermo de cáncer que se cura al inmolarse.

En la isla Gotland con el equipo de Bergman, la dirigió en ruso y una asistente traducía.

Un mes después, en la planta nuclear sueca Forsmark, detectaron radiación en los zapatos de un funcionario. Se descubrió que la fuente de radiación venía en una nube radioactiva desde Chernóbil. Llovió y la radioactividad cayó en Suecia.

Entonces, Tarkovski fue mortal herido de cáncer. Stalker se filmó en 1979 en una zona de sacrificio, en el río Jägala, Estonia, en dos plantas eléctricas abandonadas y una industria química que había contaminado las aguas. Solonitsin, el actor de sus películas, había ya muerto de cáncer.

La edición de "Sacrificio" la terminó desde la cama. El film se presentó en Cannes en mayo del 1986.

Cierren ventanas y puertas –se nos dijo- y coman tabletas de yodo.

Chernóbil fue una zona de exclusión.

Hoy todos los frágiles ecosistemas del mundo están dañados.

A los 54 años, diciembre del 86, Tarkovski murió de cáncer. Una muerte sin pathos, con la paz de los caballos que pastan en silencio después de la lluvia.

Es un deber mío recordar que todo era entonces muy humano. No obstante, fragmentado como un espejo roto. Cuando yo tenía 28 años, hace casi 40 años, y un atardecer fui a ver Stalker.

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