domingo, agosto 17, 2025
viernes, agosto 15, 2025
Sueños lúcidos en el bar Cuchillo Negro del barrio Puerto. Por Omar Pérez-Santiago. Ilustración de Luis Martínez Solorza. Revista Off The Record, 1 agosto 2025.
La brisa salina se mezcló con un fuerte olor a pichí. Petra Ersdotter y Miguel Emebé caminan por el puerto. Ella llevaba su guagua dormida en brazos. No podían creer lo que estaba sucediendo en Valparaíso. El olor a pichí era tan fuerte que hasta su guagua, en su sueño infantil, soltó un leve gemido de disgusto, o tal vez, un gemido de asco.
Llegaron a la pulpería “El Cuchillo Negro” del barrio Puerto. Buscaban el punto de una reunión clandestina del movimiento de resistencia cuyo lema era:
¡Contra la canalla Tecno-Oligarca! ¡No al control de las mentes!
Cuando ingresaron al Cuchillo Negro el bar parecía haber sido tomado por corpulentos sicarios del tren de Aragua, sujetos de quisca y cuentas pendientes. Besaban a unas chimbirocas de cortas minifaldas.
En otro rincón, casi invisibles en la penumbra, había un grupo de diluidos nuevos artistas, grafiteros y poetas veinteañeros de la Universidad de Playa Ancha que toman vino “Cartonier”, comen salchichas de manteca con pan de soya y merquén. Dos gatos piñuflas, zarrapastrosos, esperan que caiga un trozo de longaniza.
Petra los saluda y, confundida, les pregunta por si saben de una reunión.
Una chica se rascó la cabeza. Era delgada y parecía una leve sombra con su vestido y sus pantis negros y su maquillaje albo de vampiro. Ella le respondió con curiosa voz gutural:
—No. Nosotros somos del colectivo “Síndrome Burnout”.
—¿Síndrome Burnout?
—Sí, estamos acabados emocionalmente. Sin energías.
—Jua jua jua…
Todo el grupo lanzó una carcajada.
Ella agregó con ácido y cruel cinismo:
—Somos de Valparaíso Patrimonio de la Inhumanidad.
—Jua jua jua…
Con sus sarcasmos el grupo de jóvenes estallan de nuevo en carcajadas.
Sus risotadas retumban en el lúgubre local
Al ver la cara de desconcierto de Petra, la mujer vampira agrega suavizándose levemente:
—Oye, Gringa…
—Me llamo Petra…
—Oye, Gringa Petra: en este puerto solo hay escaleras al infierno, grietas, violencia, drogas, soledad, desolación y desesperanza. Barrios quemados. Tala. Dolor. Los quiltros andan apiñados y se tomaron el poder. Los guarenes son los okupas de la Avenida Argentina.
A Petra Ersdotter y Miguel Emebé les costó entender que estaba sucediendo.
Petro y Miguel se habían imaginado El Cuchillo Negro como un faro de resplandor o dulce crepúsculo aterciopelado, pero, en cambio, era un abismo.
La pulpería El Cuchillo Negro, donde se reuniría un nuevo movimiento de resistencia, era solamente un sucucho de sicarios y un reducto de jóvenes porteños, que entre el polvo, el fracaso y la pena, sienten dolidos que la vida carece de sentido y valor. Desangrándose, se queman el corazón a fuego lento. Beben vino Cartonier como si intentaran olvidarlo todo.
Una bartender vestida con chaleco negro y chaqueta blanca estaba detrás de un largo mostrador de madera. Colgaba papeles con los pedidos de los paisanos y les servía tragos. La muchacha era bonita, porteña buenamoza: tenía unos grandes dientes frontales prominentes como de coneja, nariz pequeña y respingada, labios finos, ojos grandes y expresivos.
Sonrió de modo sencillo y dejó ver sus dientes frontales. Desde lejos les hizo una señal.
Petra y Miguel se acercaron con algo de esperanza.
—Me llamo Alicia.
Sacó un reloj de su chaqueta y aplicó una clave. Así con un leve clic una pequeña puerta se abrió detrás de ella.
—Entren ahí, dijo.
Su voz era mandante pero hermosa, como si silbara por entre sus grandes dientes frontales.
Petra y Miguel empujaron la puerta y vieron una escalera que daba a un difuso y largo túnel subterráneo.
Una nueva curiosidad repentina los llevo a cruzar la entrada secreta y bajar pensando que irían a un sitio mejor que este.
Así Petra, Miguel y su guagua comenzaron una aventura subterránea, tratando de no tropezar en la penumbra.
Al final había un salón con 20 nativos digitales de la generación Z. Jóvenes tranquilos. Silenciosos. Trabajaban en computadores y líneas de celulares encendidos. Era una moderna plataforma tech que les permitía acceder, crear, gestionar o intercambiar contenido, servicios o productos a través de la web o aplicaciones.
—Aquí se construye una realidad paralela—, dijo Alicia, la dientes de coneja—. Una de las formas de rebelión actuales pasa por Internet, la tecnología es un espacio de contrapoder.
Petra y Miguel quedaron por un momento boquiabiertos.
—Desde aquí, jóvenes porteños difuman en su ordenador y su teléfono móvil las fronteras entre lo real, lo digital y la imaginación.
—¿De qué se trata?
—Se trata de ser libre. Crear un mundo paralelo que tiene capacidad de desplazar la realidad, transformar las cosas.
Petra y Miguel estaban un poco asustados.
—Es conocido como el reality shifting chileno.
—¿Qué es el reality shifting?
—Es una práctica imaginativa híbrida que genera nuevos mundos a través de la imaginación y la fantasía donde podemos proyectar y jugar con nuestra identidad y nuestros sueños.
—¿Se puede transformar el mundo a través de la imaginación y los sueños digitales? preguntó Miguel.
Alicia, la mujer con cara de coneja, rápidamente lo apuntó con el dedo índice y contestó con fe, imperativa:
—Es primordial que entiendan de una vez que llegar a destino solo se logra si transitamos en armonía, apoyándonos entre todos, sin distingos odiosos que no hagan detener o ralentizar la marcha. No se trata de ser el único o el primero en llegar a la meta. Se trata de que juntos crucemos el mismo horizonte. No es necesario ser el primero para ser uno. Así muy pocas cosas son imposibles.
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Pérez-Santiago |
sábado, agosto 09, 2025
Patricio Manns, premio nacional.
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Omar Pérez-Santiago, Patricio Manns, Sergio Badilla |
Hace algunos años, me encontré en el centro de Santiago con mi amigo, el cálido y amistoso poeta Aristóteles España, el joven poeta de la Isla Dawson. Con la humanidad de siempre me invitó a un café.
viernes, agosto 08, 2025
Manfred Max Neef: En Uruguay hasta los perros saludan. Por Omar Pérez-Santiago
EN URUGUAY HASTA LOS PERROS SALUDAN
martes, agosto 05, 2025
Montegrande. Teatro del Sarcasmo sobre la ritualidad de los homenajes a la Poeta del Valle. Por Omar Pérez-Santiago
Por Omar Pérez-Santiago, escritor.
El aire la sala de teatro de la obra Montegrande se tiñe de una melancolía densa, brumosa, casi palpable. El escenario, un velo brumoso desde el instante en que se cruza el umbral del teatro, parece invitar a un viaje a las profundidades del alma. El humo artificial se aferra a la penumbra, mientras la iluminación tenue y el vestuario de luto de las cuatro actrices transforman la escena en sombras, de figuras apenas vislumbradas, como fantasmas que danzan al compás de un recuerdo distante. Es el telón de fondo perfecto para el ritual de un regreso que es, en esencia, una despedida prolongada: el entierro de una muerta embalsamada, la Poeta del Valle, que finalmente vuelve a casa.
En el susurro del introito, se nos traslada a 1960. En Montegrande, tres mujeres, envueltas en la quietud de la espera, preparan la recepción del cuerpo inerte de la Poeta del Valle. Su nombre nunca es pronunciado, una ausencia que resuena más que cualquier mención. Pero todos, con un escalofrío en el alma, comprendemos que ella es el eco, el karma ineludible de la gran poeta chilena que partió en 1957 y que, al fin, encontrará su reposo definitivo en la tierra que la vio nacer. Su figura, un manto dramático y pesado, se cierne sobre las mentes de estas mujeres, condicionando sus propias existencias, sus propias reencarnaciones en un pueblo que parece atrapado en un ciclo eterno.
«En Montegrande nadie puede ser feliz», repiten, como un lamento ancestral que se escapa de los labios de las actrices. El alma de Montegrande se revela profunda y oscura, un abismo donde las mujeres se encuentran subyugadas por la imagen idealizada de la Poeta, una figura de fama mundial que, paradójicamente, las aprisiona en las falsas expectativas que el mundo ha tejido a su alrededor.
Así nos adentramos en una obra de humor negro, de sarcasmo que duele y libera a la vez. Un humorismo profano, casi blasfemo, que, si se mirara desde otra perspectiva, provocaría una piedad desoladora, un terror paralizante o una lástima profunda. Pero en Montegrande, extrañamente, desata carcajadas, risotadas que resuenan huecas en la melancolía del ambiente.
El encierro en un ambiente pueblerino puede ser una angustia que carcome el espíritu. Y en Montegrande, estas mujeres parecen haberse transformado en un Club de Disociadas Afectivas, prisioneras de un trastorno psicológico que confunde sus pensamientos, sus recuerdos, sus sentimientos, su propia identidad.
Una disociación afectiva puede nacer también de la sumisión a las cadenas o yugos mentales, sean ideológicas, religiosas o políticas. Expectativas férreas, cimentadas en esperanzas rígidas que no dejan espacio para el respiro.
En Montegrande, el sarcasmo punza, hiere algunas almas sensibles, mientras que otras, en una extraña catarsis, se ríen a carcajadas, como en la vieja comedia humanística universitaria o la comedia urbana de carnaval que se alza contra la inminencia de la muerte que acecha al pueblo.
La comicidad surge de la contraposición de valores, de la risa amarga que brota cuando los valores rústicos, casi obstinados, de estas mujeres disociadas se estrellan contra la imagen sacralizada de la Poeta del Valle. De este choque nace la desmitificación, la ridiculización de la retórica vacía y la falsa ritualidad que envuelven el homenaje a la Poeta. La crítica mordaz, sarcástica y risible busca desvelar comportamientos, cumpliendo la antigua función moral de la comedia: corregir las malas y vanas costumbres que nos arrastran.
Montegrande es, en su desenvoltura, una señal de vida, un eco de que el teatro chileno se mueve, «E pur si muove». Se desplaza desde las profundidades, revelando un sentido crítico que, mientras algunos prefieren cerrar los oídos, la obra agudiza, invitándonos a escuchar con el alma abierta lo que nos acontece, a los chilenos, en esta danza perpetua entre la memoria y el olvido.
Detalles de la Obra
- Obra: Montegrande
- Compañía: Teatro Sindominio
- Dirección: Bosco Cayo Álvarez
- Dramaturgia: Bosco Cayo Álvarez
- Elenco: Verónica Medel, April Gregory González, Mónica Rios Contreras, Jacinta Rodríguez
- Equipo: Productor: Gonzalo Araya Arenas – Diseño Integral: Laurene Lemaitre – Universo Sonoro: Luciano Vásquez
- Año: 2025
- Fotógrafo: Lorenzo Mella Ruiz
- Teatro: Matucana 100
Original y recomendable obra de Teatro Comic. Drácula quiere morir. Por Omar Pérez-Santiago
Drácula visita sus dos hijos. Drácula ha sido un miserable padre ausente y sus hijos le hacen saber su molestia. Así empieza esta comedia, muy cercana a los recursos del comic. Las tres personas sobre un escenario con piso ajedrezado blanco y negro, iluminadas con luces de colores adecuado para el tema (principalmente morado, azul y naranja). Es una obra de teatro o una presentación con temática que parece oscura, pero en verdad es cómica, coquetea quizá con el estilo gótico o quizá también con la ciencia ficción. Drácula está cansado de su eterna existencia como vampiro. Busca la muerte, explorando un lado humorístico del personaje clásico.
La narrativa del comic busca crear personajes que representan figuras estereotípicas: Los personajes prototípicos a menudo se basan en arquetipos, es decir, modelos universales de personajes que se repiten a través de diferentes historias y culturas.
En «Drácula quiere morir» funciona así también. Y logra hacernos reír.
El hijo de Drácula es un trash punk, neurótico, alcoholizado, mal hablado, a veces violento o a veces triste. La hija de Drácula es un personaje de pelo y bata blanca, cercana a una científica loca, con expresión intrigante o maliciosa. Ella intenta controlar los desvaríos de su hermano trash punk. Finalmente, tenemos a Drácula, el centro de la comedia, con su apariencia vampírica o de noble antiguo, con capa, postura altiva y expresión dramática. Sin duda, la actuación de Drácula es impecable.
«Se requiere una sociedad de hombres y mujeres cultos, donde las ideas sean actuales y las percepciones ágiles, para que la comedia pueda contar con material y público.» (Ensayo sobre la comedia. George Meredith)
La obra de teatro «Drácula quiere morir» es una comedia escrita y dirigida por José Andrés Peña. El elenco está compuesto por Hugo Espinoza, Rocío Garcés y Patricio Narváez de la Cïa Teatro Mortis.
La recomiendo de corazón.
Se presenta en el Teatro Las Tablas en Providencia, Chile.
Las funciones son del 8 al 30 de agosto a las 18:00 hrs. n el Teatro Las Tablas ubicado en Crucero Exeter 0250, Providencia, Chile. Las entradas e pueden adquirir por TycketPlus
La obra «Drácula quiere morir» es una producción del Teatro Mortis.
En el Teatro Las Tablas, Sala 2, se puede disfrutar de esta comedia que se presenta en las siguientes fechas:
Viernes 8 de agosto
Sábado 9 de agosto
Domingo 10 de agosto
(hasta el 30 de agosto)
Las funciones comienzan a las 18:00 hrs.
Detalles de la obra:
Título: Drácula quiere morir
Autor y director: José Andrés Peña
Lugar: Teatro Las Tablas, Sala 2
Fechas: Viernes 8 al Sábado 30 de Agosto 2025 (18:00 hrs)
Ubicación: Crucero Exeter 0250, Providencia, Chile
Género: Comedia
Actores: Hugo Espinoza, Rocío Garcés, Patricio Narváez
Diseño de vestuario: Ana Mazuelos
Diseño de utilería: Emilio Gutiérrez
Maquillaje: Nancy Parodi
Iluminación: Elías
Sueños lúcidos en el bar Cuchillo Negro del barrio Puerto. Capítulo 9. Asesinato de Olof Palme. Por Omar Pérez-Santiago. Revista Off The Record, 1 agosto 2025
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Ilustración de Luis Martínez Solorza |
La brisa salina se mezcló con un fuerte olor a pichí. Petra Ersdotter y Miguel Emebé caminan por el puerto. Ella llevaba su guagua dormida en brazos. No podían creer lo que estaba sucediendo en Valparaíso. El olor a pichí era tan fuerte que hasta su guagua, en su sueño infantil, soltó un leve gemido de disgusto, o tal vez, un gemido de asco.
Llegaron a la pulpería “El Cuchillo Negro” del barrio Puerto. Buscaban el punto de una reunión clandestina del movimiento de resistencia cuyo lema era:
¡Contra la canalla Tecno-Oligarca! ¡No al control de las mentes!
Cuando ingresaron al Cuchillo Negro el bar parecía haber sido tomado por corpulentos sicarios del tren de Aragua, sujetos de quisca y cuentas pendientes. Besaban a unas chimbirocas de cortas minifaldas.
En otro rincón, casi invisibles en la penumbra, había un grupo de diluidos nuevos artistas, grafiteros y poetas veinteañeros de la Universidad de Playa Ancha que toman vino “Cartonier”, comen salchichas de manteca con pan de soya y merquén. Dos gatos piñuflas, zarrapastrosos, esperan que caiga un trozo de longaniza.
Petra los saluda y, confundida, les pregunta por si saben de una reunión.
Una chica se rascó la cabeza. Era delgada y parecía una leve sombra con su vestido y sus pantis negros y su maquillaje albo de vampiro. Ella le respondió con curiosa voz gutural:
—No. Nosotros somos del colectivo “Síndrome Burnout”.
—¿Síndrome Burnout?
—Sí, estamos acabados emocionalmente. Sin energías.
—Jua jua jua…
Todo el grupo lanzó una carcajada.
Ella agregó con ácido y cruel cinismo:
—Somos de Valparaíso Patrimonio de la Inhumanidad.
—Jua jua jua…
Con sus sarcasmos el grupo de jóvenes estallan de nuevo en carcajadas.
Sus risotadas retumban en el lúgubre local
Al ver la cara de desconcierto de Petra, la mujer vampira agrega suavizándose levemente:
—Oye, Gringa…
—Me llamo Petra…
—Oye, Gringa Petra: en este puerto solo hay escaleras al infierno, grietas, violencia, drogas, soledad, desolación y desesperanza. Barrios quemados. Tala. Dolor. Los quiltros andan apiñados y se tomaron el poder. Los guarenes son los okupas de la Avenida Argentina.
A Petra Ersdotter y Miguel Emebé les costó entender que estaba sucediendo.
Petro y Miguel se habían imaginado El Cuchillo Negro como un faro de resplandor o dulce crepúsculo aterciopelado, pero, en cambio, era un abismo.
La pulpería El Cuchillo Negro, donde se reuniría un nuevo movimiento de resistencia, era solamente un sucucho de sicarios y un reducto de jóvenes porteños, que entre el polvo, el fracaso y la pena, sienten dolidos que la vida carece de sentido y valor. Desangrándose, se queman el corazón a fuego lento. Beben vino Cartonier como si intentaran olvidarlo todo.
Una bartender vestida con chaleco negro y chaqueta blanca estaba detrás de un largo mostrador de madera. Colgaba papeles con los pedidos de los paisanos y les servía tragos. La muchacha era bonita, porteña buenamoza: tenía unos grandes dientes frontales prominentes como de coneja, nariz pequeña y respingada, labios finos, ojos grandes y expresivos.
Sonrió de modo sencillo y dejó ver sus dientes frontales. Desde lejos les hizo una señal.
Petra y Miguel se acercaron con algo de esperanza.
—Me llamo Alicia.
Sacó un reloj de su chaqueta y aplicó una clave. Así con un leve clic una pequeña puerta se abrió detrás de ella.
—Entren ahí, dijo.
Su voz era mandante pero hermosa, como si silbara por entre sus grandes dientes frontales.
Petra y Miguel empujaron la puerta y vieron una escalera que daba a un difuso y largo túnel subterráneo.
Una nueva curiosidad repentina los llevo a cruzar la entrada secreta y bajar pensando que irían a un sitio mejor que este.
Así Petra, Miguel y su guagua comenzaron una aventura subterránea, tratando de no tropezar en la penumbra.
Al final había un salón con 20 nativos digitales de la generación Z. Jóvenes tranquilos. Silenciosos. Trabajaban en computadores y líneas de celulares encendidos. Era una moderna plataforma tech que les permitía acceder, crear, gestionar o intercambiar contenido, servicios o productos a través de la web o aplicaciones.
—Aquí se construye una realidad paralela—, dijo Alicia, la dientes de coneja—. Una de las formas de rebelión actuales pasa por Internet, la tecnología es un espacio de contrapoder.
Petra y Miguel quedaron por un momento boquiabiertos.
—Desde aquí, jóvenes porteños difuman en su ordenador y su teléfono móvil las fronteras entre lo real, lo digital y la imaginación.
—¿De qué se trata?
—Se trata de ser libre. Crear un mundo paralelo que tiene capacidad de desplazar la realidad, transformar las cosas.
Petra y Miguel estaban un poco asustados.
—Es conocido como el reality shifting chileno.
—¿Qué es el reality shifting?
—Es una práctica imaginativa híbrida que genera nuevos mundos a través de la imaginación y la fantasía donde podemos proyectar y jugar con nuestra identidad y nuestros sueños.
—¿Se puede transformar el mundo a través de la imaginación y los sueños digitales? preguntó Miguel.
Alicia, la mujer con cara de coneja, rápidamente lo apuntó con el dedo índice y contestó con fe, imperativa:
—Es primordial que entiendan de una vez que llegar a destino solo se logra si transitamos en armonía, apoyándonos entre todos, sin distingos odiosos que no hagan detener o ralentizar la marcha. No se trata de ser el único o el primero en llegar a la meta. Se trata de que juntos crucemos el mismo horizonte. No es necesario ser el primero para ser uno. Así muy pocas cosas son imposibles.
domingo, agosto 03, 2025
jueves, julio 31, 2025
Los que realmente se han beneficiado con este círculo encantado de la IA son los escritores de ciencia ficción. Desinflando la burbuja de la IA: crítica a la exageración del poder tecnológico.
La narrativa actual nos bombardea con la idea de que una élite científico-tecnológica ha moldeado el mundo a su antojo, estableciendo un paradigma definitivo. Se nos advierte sobre los peligros inminentes de la era de la información, la inteligencia artificial y la monopolización de internet. Sin embargo, ¿es esta visión apocalíptica una realidad o una exageración?
Shoshana Zuboff, en su obra La Era del Capitalismo de Vigilancia, describe una industria que busca mercantilizar cada faceta de la vida humana, impulsada por la inteligencia artificial y la tecnología de medición. Figuras como Larry Page, Ray Kurzweil, Mark Zuckerberg, Peter Thiel y Jeff Bezos son retratados como «buitres cínicos» que controlarán el destino de la humanidad, mientras el capitalismo es diagnosticado como un vasto aparato de vigilancia digital.
La modesta realidad de los gigantes tecnológicos
Pero la verdad es que esta autoproclamada élite tecnológica, a pesar de sus vastos recursos, no ha creado más que un motor de búsqueda. La IA tiene una gran capacidad de escribir correctamente. Sí. Y mejorar fotos e imágenes para subir a Tik tok. Sin duda. O resumir libros. Sí. Pero, no pueden predecir el futuro, ni siquiera con la inmensa acumulación de información que poseen. Son, en esencia, simples especuladores de datos. Mitificarlos es engañarse.
El verdadero impacto de la IA: más allá de la ciencia ficción
Paradójicamente, los únicos que realmente se han beneficiado con este círculo encantado de estas tesis son los escritores de ciencia ficción. Escritores que crean cuentos interesantes. Por ejemplo, una IA conectada a la naturaleza toma el control y establece sus propias prioridades. En otro cuento la IA diseñada para emular a Dostoievski, cae en los vicios del escritor. En otro cuento la IA no consigue evocar el sentimiento deseado. O como la serie Black Mirror donde la lA escribe tu vida leyendo tus redes sociales.
Es decir, la IA ha alimentado sugerentes narrativas de ficción donde el mundo es dominado por una superinteligencia artificial con autoconciencia capaz de alterar radicalmente el equilibrio de poder, llegando incluso a erradicar a la humanidad. Es decir, narrativas de ficción sobre los miedos y pesadillas que sugiere la IA. Lo mejor de la IA es que ha disparado la imaginación de los escritores a los que nos aburre la literatura realista y apegada a vidas sin gracia. Como es la mayoría de la actual narrativa chilena, por ejemplo.
Por otro lado, un sujeto independiente, dotado de emociones, imaginación y libre albedrío, nunca será derrotado por la IA. Esta discusión no es nueva; ya se planteó con el perro de Pavlov y el reflejo condicionado. La premisa de que los humanos son meros receptores pasivos, susceptibles de ser moldeados por algoritmos que «abren su cerebro» para que hagan clic en anuncios o voten de cierta manera, es una simplificación extrema. Es tan absurdo como suponer que añadir azúcar al agua potable nos obligará a beber más agua.
El ser humano puede ser impulsivo o ilógico, pero su complejidad va mucho más allá de un simple reflejo condicionado. La capacidad humana para la crítica, la resistencia y la toma de decisiones autónoma es un baluarte contra cualquier intento de manipulación total por parte de la tecnología. Es un signo de pobreza que nuestra época no genere más visiones y esperanzas, y más audaces.
MARCO ANTONIO DE LA PARRA Y CRIME VIDEO Publicado en Cine y Literatura.
MARCO ANTONIO DE LA PARRA Y CRIME VIDEO
martes, julio 29, 2025
martes, julio 22, 2025
lunes, julio 14, 2025
sábado, julio 05, 2025
El Pezón de Sei Shônagon, nouvelle de Omar Pérez-Santiago
“El Pezón de Sei Shonagon” es una novela que critica la sociedad actual, absorbida por la tecnología y las redes sociales, y explora las consecuencias de esta inmersión en la vida virtual en la psique humana.
“El Pezón de Sei Shonagon” de Omar Pérez Santiago es una novela (no un cuento en el sentido estricto, sino una obra más extensa) que se sitúa en el Japón actual para explorar temas como la obsesión por la fama y la validación en las redes sociales, la deshumanización en el mundo digital y la crisis de identidad en una sociedad hiperconectada.
La trama central gira en torno a la relación entre Matsuo Basho (un joven con problemas de sociabilidad) y Sei Shonagon (una mujer atractiva y deseada). Inspirado en su obsesión por ella, Matsuo crea una obra de arte, una escultura, del pezón de Sei Shonagon. Sin embargo, la fama no recae en la obra de Matsuo, sino en el pezón de Sei Shonagon como musa.
A partir de este punto, la novela muestra cómo Sei Shonagon se va perdiendo en la vorágine de la fama virtual, sucumbiendo a los “likes” y la atención de internet. El autor utiliza referencias a la cultura pop y la tradición japonesa (el nombre Sei Shonagon es un homenaje a una brillante escritora japonesa del siglo X, y Matsuo Basho a un famoso poeta de haikus) para crear una narrativa fragmentada y ciberpunk que reflexiona sobre:
- La superficialidad de las redes sociales: Cómo la búsqueda de aprobación online puede llevar a la pérdida de la autenticidad y la identidad.
- La soledad en la era digital: A pesar de estar “conectados”, los personajes experimentan un profundo desarraigo y soledad.
- La manipulación y el control: Se insinúa la existencia de un “Techno Diávolo”, una especie de mecanismo de control mental a través de la tecnología que manipula los comportamientos de las personas.
- La confusión entre lo real y lo virtual: La sociedad retratada en la novela vive tan inmersa en la virtualidad que los momentos cotidianos pierden su significado.
viernes, julio 04, 2025
Suecia salvó a Gabriela Mistral hace 80 años. Por Omar Pérez-Santiago
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Casa del Escritor, 28 de junio 2025 |
INTRODUCCIÓN
Las extrañas fuerzas vibrantes de la naturaleza me llevaron a recorrer un día el sereno cementerio de Lund de Suecia. Allí estaba
la huella de la escritora Elin Wägner, donde en el silencio y la
paz, descansa eternamente. Su último deseo, tan conmovedor, fue yacer junto a
los restos de su madre, Anna, de quien quedó huérfana a los tiernos tres años,
un vacío que la acompañaría por siempre.
Elin Wägner (1882 - 1949), una figura luminosa en la vida
cultural y social de Suecia, fue mucho más que una escritora. Fue una
periodista incansable, una feminista apasionada, una ecologista visionaria y
una pacifista inquebrantable.
Nació en el centro de la hermosa ciudad de Lund, un pueblo
rodeado de jardines, en el pasaje Vårfrugatan, también llamada antiguamente
como Tjyvålhalsgränd, el callejón de los ladrones, cerca de la prisión
municipal.
Lo sé bien. Y lo recuerdo bien. Por esos mismos extraños hilos vibradores del destino, una muy alegre compañera de la Universidad me invitó un día después de clases a una cafetería cerca del pasaje.
La cafetería no era muy grande, pero era un espectáculo ver allí a la joven intelectualidad sueca amontonados unos sobre otros comiendo kanelbullar o pasteles de canela, la dulce y aromática especialidad sueca.
Y la sueca, con su grata sonrisa de mujer que le subía desde lo hondo, dulcemente con una voz ronca como de caverna y con su dialecto de Lund que exageraba las erres, me dio una breve charla cultural: “Aquí nació Elin Wägner”.
Posteriormente, Elin Wägner se mudó a la
calle Gröne 10, donde hay una pequeña placa conmemorativa en una pared de
viejos ladrillos rojos.
Su padre, Sven Wägner, era director de escuela. La sombra de
la tragedia se cernió sobre su infancia cuando ella era solo una niñita de tres
años de edad. El llanto la fue a buscar: su madre, Anna, falleció de fiebre
puerperal al dar a luz a su hermano Harald.
Escribió después Elin Wägner: “Yo experimenté
conscientemente esta tragedia. De un plumazo me transformé de una niña de tres
años vivaz, feliz y traviesa, en una pequeña silenciosa, que caminaba sola y
miraba al cielo, donde estaba mi madre.”
Elin Wägner llevaría esa zanja profunda, que con el tiempo
se transformaría en el motor de su voz. "Es posible que la muerte de mi
madre me hiciera escritora", confesó alguna vez. "Una muerte que
llegó a mi vida tan temprano y me impactó de tal manera que me transformó de
una niña feliz y llena de vida en alguien que caminaba sola y se preguntaba
sobre el comportamiento incomprensible de la existencia".
Su pluma, afilada desde joven, encontró eco a los 21 años en
el periódico "Helsingborgs Dagblad", donde sus reseñas, artículos y
reportajes ya revelaban una mente brillante. En 1907, Estocolmo la acogió para
trabajar en la revista "Idun" y colaborar con el prestigioso
"Dagens Nyheter".
Pero Elin no solo escribía; vivía cada palabra con fervor.
Fue una ferviente defensora de la emancipación femenina. Su compromiso la llevó
a unirse a las mejores mentes de su generación en la
"Landsföreningen för kvinnlig rösträtt" (Asociación Nacional
para el Sufragio Femenino) en 1908. Su lucha y la de las mujeres dio sus dio
frutos: el parlamento sueco aprobó el derecho al voto en 1919. En 1921, las
mujeres suecas votaron por primera vez en igualdad de condiciones que los
hombres.
Sus obras, espejos de su alma, exploraron con valentía el
sufragio femenino, el bienestar social y la inminente amenaza de la
contaminación ambiental. "Pennskaftet" (Portalápices), publicada en
1910 y llevada al cine, la consagró como una de las feministas pioneras más
influyentes de Suecia. En 1941, su obra "Väckarklocka"
(Despertador) combinó una crítica social y cultural mordaz con una visión
pionera de la conciencia ambiental, adelantándose a su tiempo.
Wägner también alzó su voz en el movimiento pacifista.
En 1935, viajó a Ginebra para hablar en la Sociedad de las Naciones, abogando
por un "levantamiento sin armas de las mujeres contra la guerra".
Estuvo casada con el crítico literario John Landquist entre
1910 y 1922.
Su verdadero legado fue el de una pensadora avanzada y una
activista incansable por la justicia social, los derechos de las mujeres y la
protección del medio ambiente, dejando una huella imborrable en la historia de
Suecia y del mundo.
Su trayectoria la llevó a la "Samfundet De Nio"
(Sociedad de los Nueve) en 1937, una prestigiosa academia literaria.
El culmen de su reconocimiento llegó en diciembre de 1944,
cuando fue elegida miembro de la afamada Academia Sueca, fundada por el rey
Gustavo III en 1786.
Y entonces, las cuerdas del destino produjeron el milagro que entrelazaría destinos. La presencia de Elin Wägner como miembro de la Academia Sueca fue determinante en la obtención del Premio Nobel de Literatura por parte de Gabriela Mistral en 1945.
Elin Wägner se cautivó con la poesía de Gabriela Mistral.
Entonces la nominó al premio Nobel. Hay un registro en los apuntes de Elin
Wägner en 1945, un esbozo de media página de su juicio literario:
“He tenido la sensación de haber encontrado aquí una enorme
intensidad emocional liberada por el golpe del destino, de la misma manera que
la energía atómica se libera por un bombardeo que penetra y divide el núcleo.
Lo que sucede en esta liberación sigue el arquetipo de una reacción femenina:
la pérdida que impulsa el gran canto fúnebre es la muerte de la personalidad,
seguida de una nueva resurrección. La personalidad ya no está cerrada ni
concentrada, se identifica con el mundo exterior, no solo con el mundo humano,
sino con todos los seres vivos.”
Elin Wägner nominó a Gabriela Mistral y luchó con firmeza
desde las entrañas de la Academia.
Así, ese año Gabriela Mistral viajó desde Brasil hasta
Suecia para recibir su galardón. Entonces,
cuando llegó a Gotemburgo emotivamente afirmó a los periodistas:
“Le debo una visita a Selma Lagerlöf porque la
lectura de sus libros me hanproporcionado muchas horas de feliz inspiración”.
¿Estaba Gabriela Mistral preparada para el éxito?
Sí, lo estaba.
Hay un prototipo de personalidad que fracasa al triunfar. Es
el que sube a un puesto deseado por el que luchó toda una vida, pero, su
ansiedad, su arrogancia, (o no se sabe bien qué) lo hace caer de
inmediato. Quizá debilitado por el pálido tinte del pensamiento narciso,
su victoria lo destruye. Triunfa, pero, paradojalmente, muy pronto se
desmorona con una enfermedad anímica, por mentalidad culposa o viejos y odiosos
rencores. Vaya uno a saber. Paradoja sicológica.
No es el caso de Gabriela Mistral.
Al contrario.
Ante el desaire ella quizá dijo siempre:
“Échame tierra y verás como florezco.”
Así pues.
La vida de Gabriela Mistral, sus miles y miles de
momentos y días, esos muchos instantes y esos muchos días pueden ser reducidos
a uno: el momento en que Gabriela Mistral recibe el Premio Nobel.
Una epifanía.
Gratitud por la vida.
SUECIA LA SALVÓ
Gabriela Mistral florece con el Premio Nobel. Se encuentra
consigo misma. Se ha hecho invencible. Ha triunfado. Histórico Milagro.
Gabriela Mistral sabía ahora que todos los que los que menospreciaron con la
manipulación y la falta de lealtad y el desdén, ahora rápidamente se subirían
al carro de la victoria.
Tenía dos opciones: Vivir en Chile, tranquila pero humillada
y sin brillo, o ir a dar la lucha fuera de su patria, como vagabunda.
Deslumbrada por un ideal, Gabriela Mistral fue valiente,
comprometida, melancólica, insatisfecha, empecinada y propensa a tomarse muy en
serio a sí misma.
En Chile quisieron escribir la historia literaria los
malignos y celosos, los de siempre, una pequeña fracción de hombres pudientes,
que quisieron celebrar siempre a aquellos que vivieron bien. La crème de la
crème, las grandes fortunas que monopolizaban la primera clase, malignos y
celosos como el mismo diablo.
Gabriela Mistral prefirió las tristezas auténticas del autoexilio a una tranquilidad humillante y sin futuro aquí en casa.
Y Elin Wägner la escuchó. Y Suecia la acogió, Suecia la
salvó.
Así lo quiso las fuerzas de la Tierra y desde arriba el
anchuroso Cielo.
Ahora en Chile le levantarían estatuas. Podrían su nombre a
escuelas y jardines infantiles.
“Ahora parezco una santa”
Días después de la ceremonia, Elin Wägner y Gabriela Mistral
viajaron a la casa museo de Selma Lagerlöf en Mårbacka, un santuario literario.
En 1908, Selma Lagerlöf compró la casa de su infancia y allí vivió hasta su
fallecimiento en 1940.
Cenaron, parlaron en francés y rieron a carcajadas revelando
el espléndido sentido del humor que las unía. Una noche llena de opiniones,
percepciones y cosas también irrelevantes, como es la gracia de la buena amistad.
Así pasaron la noche de contentamiento en Mårbacka.
Evocación de los muertos
Al día siguiente, el sol brilló con una luz helada en el
crudo invierno sueco, sin que jamás el sol
las entibiara; el frío, sí amigos y amigas, el frío que calaba los
huesos y que mordía la piel.
Elin y Gabriela salieron de Mårbacka envueltas
en sus abrigos, doble gorra y grande mitones o guantes. A siete kilómetros está
la tumba de Selma Lagerlöf, en el apacible y pequeño cementerio de Östra
Ämtervik. La escena es de película y la pudo haber soñado el cineasta Ingmar Bergman. La nieve como metáfora de la soledad, la quietud y la purificación. Una atmósfera onírica, mezcla de realidad y fantasía.
Hay dos fotos de Gabriela Mistral y Elin Wägner frente a la tumba de Selma Lagerlöf. Las fotos las encontré en un archivo de una universidad de Gotemburgo. Nunca antes habían sido publicadas.
Allí llegaron las peregrinas a rendir homenaje a la
escritora que veneraban.
PLACAS TECTÓNICAS DE LA POESÍA
¿Por qué esta empatía?
Así funcionan las placas tectónicas de la poesía. El concepto de "placas tectónicas de la poesía" es una metáfora que relaciona el movimiento y la interacción de las placas tectónicas con la evolución y la diversidad de la poesía. Al igual que las placas tectónicas de la Tierra, que chocan, se separan y se deslizan, la poesía también experimenta transformaciones, influencias y fusiones a lo largo del tiempo y entre diferentes culturas y estilos.
Selma Lagerlöf, maestra rural, como ella.
Selma Lagerlöf, primera mujer premio Nobel, como ella era la
primera mujer latinoamericana premio Nobel.
Como si llegaran a su Itaca,
después de años de aventuras, después de evitar a las
sirenas, de engañar a Polifemo, gigante de un solo ojo. Y con velas rotas enfrentar la ira de
Poseidón, con sus torbellinos y vientos y olas que
cayeron horriblemente sobre ella.
Nada logró anonadarla.
Llegamos por la nieve y con la nieve
a tu sepulcro blanco.
No te faltaremos, matriarca,
aunque la noche se nos cierre.
No fallaremos para que no caiga
tu escritura caliente en la nieve.
Desde entonces se forjó una amistad profunda entre Gabriela
Mistral y Elin Wägner, un lazo que se nutrió con la correspondencia.
Muy pronto, ¡lo qué son las cosas literarias!, en enero de
1946, en un periódico estadounidense apareció una ácida crítica al premio Nobel
a Gabriela Mistral por considerarla demasiado inofensiva y poco desafiante.
Elin Wägner la defendió. No crujió.
Todos los que la han recordado dicen que Elin Wägner era una
gran persona, alegre y acogedora. Era irónica, traviesa y divertidísima. Pero
también, dicen que podía ser brava. Elin Wägner salió inmediatamente a defender
a su amiga Gabriela Mistral. Publicó un artículo en el diario más importante de
Estocolmo, Dagens Nyheter, "Större än Prometheus", "Más grande
que Prometeo", el 22 de enero de 1946.
La bajada del título decía:
“La poesía de Gabriela Mistral es superior. Es pacífica e
indiscutible. Su poesía es profundamente humana... su estilo y contenido
plantean solo un mínimo de preguntas incómodas.”
La puerta oscura de la muerte. El Último Legado y una Despedida Conmovedora
“Normalmente no se sabe cuál será el último día o viaje”,
escribió un día Elin Wägner.
En 1948, las cuerdas del destino marcaron su camino: a Elin
Wägner se le descubrió un tumor en el estómago. Fue operada en noviembre de ese
año en Estocolmo, pero el cáncer, implacable, había alcanzado también el bazo.
Elin Wägner afronta sin evasivas ni sermones consoladores lo
trágico de la condición humana.
La finitud es inapelable.
Antes de partir, en un último aliento creativo, Elin
recopiló cuentos que se convirtieron en una colección con un tema femenino:
"La Hilandera", publicado en 1948.
Yo leí ese libro de desbordante intensidad emocional. Comienza con un cuento de humor delirante llamado “La primera mujer”, sobre la primera parlamentaria que ingresa a un Congreso dominado por varones, un centro de poder masculino donde se decidía el comienzo de la guerra. Una narrativa encantadoramente persuasiva de un cuento que yo he traducido al español y que se puede leer AQUI
Elin Wägner pasó sus últimos días en su icónica casa roja
llamada "Lilla Björka", en la región de Småland, donde ella vivía de
forma permanente desde los años 20.
La casa de Elin Wägner se llama Lilla Björka simplemente
porque en sueco, "lilla" significa "pequeña" y
"björka" se refiere a "abedul" o "lugar con
abedules". Elin Wägner compró el terreno en 1923 en las afueras del pueblo
de Berg, en la región de Småland. Construyó allí su casa, que inicialmente fue
su residencia de verano. Luego se convirtió en su hogar permanente.
Småland es una hermosa región boscosa de abetos, pinos y
abedules y abundante de lagos. Un lugar que yo conocí bien, pues viví allí,
cuando yo, como una luciérnaga iluminada de ilusión y esperanza, llegué a
Suecia como refugiado político, a fines de los años 70, con unos pocos dólares en el bolsillo. En casa quedaron varios
de mis amigos muertos bajo la extrema violencia de la dictadura de Pinochet. Fue hace ya muchos años, tantos años
que, sin embargo, no olvido a Småland, un lugar que se transformó en mi grato
hogar provisorio.
La casa Lilla Björka conserva gran parte de su aspecto
original de la época en que vivió Elin Wägner y funciona como un museo dedicado
a su vida y obra.
El viernes 7 de enero de 1949, a los 67 años, la vida de
Elin Wägner se apagó.
El cortejo recorrió 500 metros hasta la tradicional iglesia
de Berg, situada en una leve colina, según tradición sueca. Atravesó silencioso
las granjas con banderas a media asta por un camino bordeado de abetos.
Los vecinos desfilaron mudos en una larga y triste fila
entre medio de ramos, coronas, flores en homenaje a la mujer que expresó la
tenaz esperanza de una generación de mujeres.
El poeta y secretario de la Academia Sueca, Anders Östling,
depositó una gran corona de flores. Pronunció el primer discurso de una larga
fila de despedidas.
Todo vuelve a tierra
El deseo de Elin Wägner, aquel que había marcado su
infancia, se cumplió. Desde la pequeña estación de trenes de Lidnäs el ataúd
fue llevado a Lund, donde fue enterrada en el cementerio de Norra, junto a su
madre Anna, cerrando un círculo de vida y un legado que perdura.
Alguna vez, como dije al comienzo, cuando yo estudiaba en Lund, una compañera, joven sueca de atractiva voz ronca como de caverna, me habló por primera vez de Elin Wägner, mientras yo comía aromáticos kanelbullar, la delicia sueca.
Luego estuve allí en Lund frente a su austera tumba. La lápida de Elin es discreta, sin
pompa. La losa de su madre Anna apenas lleva estampada una simple paloma. Eso me sorprendió. Me pareció que a estas muertas les ofende la ostentación, el lujo y la apariencia.
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