Un verano con Mónika. Película difícil de olvidar. La campesina osada. El desusado erotismo. La sensación de libertad. Una chica hambrienta, caprichosa e impulsiva.
Una Mónika con el pecho algo descubierto. Inquietante. Ni siquiera estaba desnuda. Un ícono.
Basada en la novela homónima de Per-Anders Fogelström, el film colocó a Ingmar Bergman y al cine sueco en primer lugar.
Harriet Andersson actuó luego en cientos de películas. Y varios hombres famosos pasaron también por su vida. Por supuesto, el tremendo Ingmar Bergman.
Ahora después de 53 años de esa película clásica y añorada, a sus 73 años, con su estilo humorístico no sentimental, sin cargos de culpa, la dama ha entregado en forma de libro unas memorias tituladas Harriet Andersson, conversación con Jan Lumholdt (Harriet Andersson, samtal med Jan Lumholdt)
-“Ahora solo espero que la gente no me vea a mí como la vieja que mató al chancho, muchos gritos para tan poca lana”, afirma a un periódico sueco.
Un verano con Monika fue también un verano con Ingmar Bergman. Quizás no podría ser de otro modo. Durante el rodaje en la isla de Ornö surgió una pasión sin límites cuando ella, en la pieza del director, mientras tomaban un té, le preguntó.
-¿No soportarías un beso?
La historia pareció calamitosa, aunque ella dice que no tenía gran conciencia. Ella estaba de novia con el actor Per Oscarsson. Bergman estaba casado con Gun Grut, que recién había dado a luz su hijo Ingmar. Harriet recuerda ahora cuando se fue a vivir con él a un pequeño departamento de Malmö y salía a fumar al balcón y veía pasar a la ex de Bergman con el bebé en el coche. Ella era vecina.
- “Era como un film alemán de los años 20”
”Muchas veces vi a los hombres como productos de consumo”, afirma ahora Harriet Andersson.
Hum. Como otras amigas mías, que ya tampoco olvidaré.
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