Omar Pérez Santiago |
Esta novela es la más reciente obra de
mi amigo el escritor Omar Pérez Santiago quien ya ha publicado una serie de
libros, cuentos y novelas y quien suele
abordar este tema, un tanto lúdico, y bastante estimulante. Pero también
ligeramente peludo.
Conocí a Omar Pérez hace ya unos
treinta años en una época en que todos éramos escandalosamente jóvenes. Finalizaba
el año 1986. Era el último día de noviembre, hacía mucho frío y había nevado de
modo que un manto blanco cubría las veredas y el parque del Rey de la ciudad de
Malmoe. Nos presentó un amigo común, el escritor sueco Fredrik Ekelund,
estábamos en su casa en el barrio antiguo y muy pronto sonó música, se
descorcharon algunas botellas y desde la noche, cantando, aparecieron unas muchachas que volvían de
haber visto el musical El Hombre de la Mancha. Pronto aquello cedió lugar a una
atmosfera lúdica y erótica. En algún momento, avanzada la noche, salimos al
Parque a jugar a la pelota, los suecos corrían descalzos sobre la nieve.
En los días siguientes coincidimos con
Pancho en el café Siesta y me mostro algunos de los cuentos que publicaría en
las Memorias eróticas de un chileno en
Suecia. Dos o tres años más tarde se embarcó en la escritura de un guión y
la producción de una película, y hasta actuó en el rol principal interpretando
a Borges, la película se titula La Novia
de Borges, y fue a filmada en Budapest.
Cuento todo esto para señalar que el
tema del erotismo siempre ha estado presente en nuestras literaturas y
conversaciones. Sobre la novela breve que me toca en suerte presentar en esta
oportunidad puedo decir, citando a George Bataille -considerado el verdadero y legitimo padre
del erotismo moderno: y metidos en el área chica de este tema –que mucho
consideran escabroso- en la esencia o lo medular Bataille sostiene que “El punto de encuentro de los amantes es el
delirio de desgarrar y ser desgarrado.
Ninguna comunicación es más violenta”
La
verdad indesmentible es que en nuestro actual modo de vida, el ser
humano ha extraviado su dimensión sagrada.
El
ciudadano moderno, entregado por entero a una infinidad de actividades
rutinarias –esquemas, desplazamientos, metas–, sumado a la cantidad de horas
desperdiciadas en los tacos, finalmente ha acabado lejos de la intimidad que lo
define como ser humano. Extraviado en el sistema de los compromisos, dinero
plástico, mall y consumo se debate
día a día en un mundo sin vida que, no obstante, se le presenta como la
sempiterna Shangri-La, el paraíso
prometido- un sistema perfecto con la tarjeta de crédito como síntesis de todos
los sueños. Definitivamente estancado en esa perpetua correa sin fin, el ser
humano (hombres/mujeres) se encuentra a una distancia sideral de la fiesta, del
carnaval en medio de los espesos bosques y del libre ejercicio del deseo. El
sistema ofrece sustitutos: droga sintética y de la otra, vaginas plásticas,
soma y consoladores automáticos. Pornografías diversas: veinte, mil, millones o
si se quiere cincuenta sombras que
distan años luz del erotismo.
Otro escritor, el poeta y ensayista mexicano
Octavio Paz, al analizar y escribir sobre el tema dice que “...para Bataille
el erotismo, la muerte y el pecado son conceptos equivalentes o signos intercambiables que repiten el mismo
significado: apuntan a la absoluta y despiadada nada en que habita el hombre
y su irremediable abyección”
En la novela de Omar Pérez Santiago–astutamente
ambientada en una capital del mundo posmoderno como lo es Tokio- aparecen estos
personajes que además deambulan o existen en el terreno del arte, ambos son
estudiantes y por ende son compañeros en una hiper moderna escuela de arte, la
Tokio Geidai. De un lado aparece el protagonista Matsuo Bashō que nos narra desde su perspectiva su encuentro, los roces
y las citas cargados de erotismo y la poderosa succión a la que se ve sometido
por los siempre activos encantos de ella, Sei Shōnagon la protagonista y eje central de la historia.
No solamente se sabe bella y atractiva
además posa, modela, incita, provoca a generado un mito en la escuela y
especialmente entre los alumnos varones sobre las delicadas y sensibles zonas
erógenas de su cuerpo, elevando uno de sus pezones, que tiene sabor a canela, a
la categoría de deidad. Imágenes del pezón circulan en diversas imágenes,
dibujado, pintado, fotografiado, sometido a métodos de transparencia, viralizado
recorre las redes, lo watsappean, lo envían como mensaje. Ella gradualmente .y
en función del pezón, va adquiriendo notoriedad, se vuelve famosilla, ingresa a
dimensiones mitológicas, la buscan, para fotografiarla, filmarla y hacer
películas con ella,
Es la imagen en la retina de todos, la
adoran, la aman, se masturban con ella.
Sei Shōnagon deviene orgasmo electrónico, un manjar de impulsos eléctricos: icono virtual.
Sei Shōnagon deviene orgasmo electrónico, un manjar de impulsos eléctricos: icono virtual.
Hasta que ciertas bandas, hackers,
mafiosos virtuales, depravados de toda laya, traficantes de niñas y señoritas
se fijan en ella. En cambio el narrador solo la ha visto a veces. Pero la sigue
y la vigila. Entre tanto de vez en vez aparecen por aquí y por allá cadáveres
de chicas que han sido abusadas asi como uno se imagina que gustaría abusar de Sei Shōnagon, han sido violentadas, descuartizadas en el sumun del acto…
Es un mundo donde la tecnología es altamente
avanzada y sofisticada y no existe nada que no se pueda conseguir, todo es alcanzable
sin moverse del sillón, eternamente sentado frente a la pantalla se tiene al
alcance de la mano un mundo virtual, acaso depravado, Pero es la realidad en
que vivimos.
Esta suerte de reality show que Omar Pérez
Santiago nos ofrece en el Pezón se Sei Shōnagon,
no es irreal ni algo inalcanzable, ya está aquí, se encuentra entre nosotros y llego
para quedarse. Lo vemos a diario, Lo que hace la novela de Omar Pérez es
simplemente dejar constancia que a diario vivimos y existimos en esta
inquietante realidad.
Jorge Calvo
Septiembre - 2018
Septiembre - 2018
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