jueves, noviembre 09, 2023

El gótico latinoamericano de la chilena María Luisa Bombal y la argentina Mariana Enríquez. Ponencia del Congreso de Narrativa Fantástica, noviembre, 2023. Lima, Perú. Por Omar Pérez Santiago





 
Omar Pérez Santiago pertenece a una generación de escritores que ha incorporado la literatura fantástica o imaginativa con su libro de cuentos Nefilim en Alhué (2011). Esta corriente moderniza la vieja escuela de los asuntos existenciales góticos, lo terrorífico, lo mágico, lo onírico y lo diabólico de la cultura popular, y que tiene su origen en José González Vera de Alhué de 1928, en María Luisa Bombal, autora de La amortajada (1938), Elena Aldunate con su Juana y la cibernética (1963) y Carlos Droguett con Patas de perro (1965).


"En el fondo, lo visto, lo sufrido, lo imaginado y lo soñado son igualmente reales, es decir, existen."


Borges, Jorge Luis, Reseña de la antología Die Aktions-Lyric (1914-1916).  Ultra, Madrid, Año 1, N° 16, 20 de octubre de 1921

En nombre de Lucrecio. La materialidad literaria

Las cosas tienen lágrimas

Sunt lacrimae rerum, La Eneida, Virgilio


Fue hace más de 50 años en la Universidad de Chile, donde yo estudiaba Ciencias Políticas donde, un día claro y tibio de otoño, un profesor bajo y flaco, beatnik, algo hippie, esotérico o contracultural, definitivamente rebelde, con sorprendente energía nos habló de un poeta o filósofo llamado Lucrecio, el filósofo romano materialista del siglo I y su obra Rerum Natura.

No hay nada fuera de la materia existente. Sólo hay materia y vacío. La mente emerge de las desviaciones y los movimientos de los átomos. "La materia agitada de continuo". El espíritu es una parte del cuerpo. Lucrecio creía que en el mundo no hay nada fuera de la materia existente. Lucrecio consideraba que la mente emergía de las desviaciones y movimientos de los átomos, "hay cuerpos que los ojos no perciben". Así, por ejemplo, la creencia en el inframundo y el miedo a Aqueronte es sólo la proyección de nosotros mismos.

Rerum Natura estuvo desaparecida o cancelada por la iglesia (o las iglesias)  durante catorce siglos hasta el Renacimiento.

En 1417 apareció Poggio Braccelini. Era un cazador de libros, a book hunter. En la abadía alemana de  Fulda, Poggio descubrió el manuscrito perdido de Rerum Natura, la obra de Lucrecio.  Poggio colaboró así al inició de la era moderna.

Han pasado 20 siglos desde Lucrecio.

Recién hoy sabemos, gracias a la neurociencia, que  nuestra memoria construida se guarda en el hipocampo del cerebro en las 86 mil millones de neuronas. Hoy sabemos que las neuronas de la memoria declarativa viven en el hipocampo del cerebro. Allí neuronas densamente empaquetadas crean conceptos y abstracciones que permiten pensar.

El neurocientífico argentino Rodrigo Quian Quiroga trabaja con pacientes con enfermedades del cerebro como el Alzheimer o Parkinson. En el año 2005, con un grupo de investigadores, le mostró a un paciente imágenes de actores famosos. El paciente reaccionó siempre a la imagen de Jennifer Aniston. Le mostró luego imágenes diversas de Aniston y la neurona siempre se encendía. El científico descubrió la existencia de una  célula “super específica” que reaccionaba -únicamente- al contemplar la imagen de Jennifer Aniston. Luego le nombró la palabra Aniston y la neurona igual se encendía. Es decir, la neurona respondía a la imagen y al sonido. La neurona era una idea,  un símbolo. Gran descubrimiento mundial de la materialidad de las ideas y los conceptos.

La memoria es construida. La materia se nos presenta como existente en y por sí misma como memoria. De los videos, los libros, de los relatos de nuestros padres o nuestros abuelos. La memoria son abstracciones emocionales codificadas y heredadas. Son emociones abstractas, edificadas por nuestras neuronas del hipocampo, según la neurociencia.

Subrayo. En última instancia, el fabuloso mecanismo material de construcción de ideas y de ficción reside en el hipocampo. Es el dispositivo que también puede permitir que la ficción manipule la mente humana. Esto es cada vez más resonante, en un momento de gran expansión de la biotecnología y la inteligencia artificial. 

La neurociencia valora la autonomía del pensamiento y de las ideas. Nuestras ideas son una reconstrucción de emociones codificadas, la materialidad con la que se construyen los sueños.

Yo deseo subrayar, en última instancia, este fabuloso mecanismo de construcción de ideas en el hipocampo.  El hombre está determinado por las murallas del lenguaje, determina sus estructuras de pensamiento. Todo es una cuestión de reconstrucción de lenguaje. Modelos mentales para construir una realidad. El cerebro construye y modela.

La corta tradición teórica y académica de lo fantástico fue definida como el conflicto entre lo real y lo improbable o lo imposible (Todorov). Real versus lo irreal.

¿Esa teoría e una prolongación del dominio académico del estructuralismo francés?

Sí.

La teoría de la literatura fantástica como un género fue creada por el crítico literario y semiólogo búlgaro-francés Tzvetan Todorov en su libro Introducción a la literatura fantástica, publicado en 1970.

No discuto si una realidad en general existe o no. O, que, como los filósofos posmodernos y su teoría del simulacro donde creen en la realidad construida.

No.

Parece duro decirlo. Gran parte de la disgregación estructuralista sobre la literatura fantástica ha perdido validez, es un pastoso juego académico. Se ha vuelto engorrosa. Un divertimento de catedráticos. Una teoría de instituciones.                    

Lo sobrenatural o lo fantástico está presente en muchas obras de la gran literatura desde sus inicios. La literatura está ligado a las emociones primitivas, y los cuentos fantásticos y de horror son tan antiguos como el pensamiento y el habla de los humanos, tal como lo mencionó Lovecraft.

Existe solo buena y mala literatura.

La ficción no mantiene una relación de referencia con el texto mismo (como creía Todorov).

La ficción sólo es “representativa” de su referencia con el mundo del autor, que reside en el hipotálamo. Es una visión reducida, sí, pero una reducción liberadora, desde el punto de vista de la ficción e imaginación de un escritor.

Dijo Cortázar: "Yo me movía con naturalidad en el terreno de lo fantástico sin distinguirlo demasiado  de lo real".

Lo fantástico está en el origen de la civilización humana, por así decirlo.

La definición de lo real y lo irreal es una cuestión de percepción. Para un escritor de ficciones, lo que existe materialmente es el mundo físico al interior de su hipocampo, en los millones de neuronas, donde se construyen las ficciones. Y esa ficción es propiedad privada del escritor. Sobre la cual tiene legalmente derecho de propiedad intelectual, por lo menos por un tiempo.

Por otro lado, la materialidad literaria del escritor no son solo sus experiencias reconstruidas, (la calle donde vivió o la casa de su infancia). Son sus experiencias psicológicas, sus miedos, sus sueños, sus ansiedades, sus obsesiones. Sus emociones. Su imaginación. Ese conjunto se llama: la materialidad del escritor. 

Como el Espíritu Santo que dictó un libro, La Biblia. El escritor tiene una partícula de divinidad.

La verdad está en la simplicidad. El monje Guillermo de Ockham (1285-1347) afirmó que la explicación más simple suele ser la más probable. La teoría de la Parsimonia o La Navaja de Ockham. El monje postuló que el universo no es otra cosa que una operación abstractiva, una especie de ficción. 

En nombre de Lucrecio.  

La materialidad de William Faulkner:

La comarca maldita.

Faulkner en dos años publicó sus dos más grandes novelas regionales. En 1929, El ruido y la furia, sobre una familia del sur de los Estados Unidos, el clan Compson del Missisipi.

En 1930 Faulkner publicó su novela  Mientras agonizo. En 59 capítulos y reconstituida por diferentes personajes, 15 narradores con la técnica del flujo de la conciencia o asociaciones subjetivas o stream of consciousness.  

Llevan a enterrar a la matriarca Addie, que agoniza y muere en el camino.  Y en un capítulo la muerta habla. Addie, que está muerta, cuenta como llegando de la escuela bajaba al río, “donde podía estar a mis anchas y odiarlos a todos juntos.”

La materialidad de William Faulkner procedía del bucle de los derrotados de la guerra de la Secesión (1861-1865), cuatro  años dolorosos donde murieron entre 600 o 700 mil personas. Es decir, donde se incubó el amargo resentimiento de los perdedores. El costo humano de cualquier guerra y el nacimiento de la nostalgia.

La guerra de secesión dejó a las antiguas familias del sur de Estados Unidos en un estado de derrota histórica: la amargura y la pobreza. El mundo del sur derrotado en permanente decadencia y que se representa en las casas fantasmas o derruidas. Inclusive los mismos esclavos no sabían qué hacer con su libertad precaria. El sistema global de vida entró en una decadencia lenta y segura.

La materialidad del gótico de William Faulkner son las ideas ya establecidas en la tradición sureña como como región “enferma”. Sus casones en ruinas, el cascaron destripado y vacío de una enorme casa, sus establos derruidos, sus barracones para los esclavos, sus jardines llenos de malas hierbas. La degradación del Sur. Hombres y mujeres que leen La Biblia pero desintegrados por la envidia, por el alcohol, por la soledad, por las erosiones del odio. 

Esa es la materialidad literaria de Faulkner. Allí nació la escuela literaria del resentimiento. Con William Faulkner aparece el espíritu de la novela gótica, el gótico sureño. Registra una nueva y ominosamente macabra visión de la disolución contemporánea. (Alfred Kazin).

Su obra integra a la tradición de Edgar Allan Poe. Y de Ambrose Bierce (1813-1914) que fue teniente de la Unión en la guerra civil. Allí recibió un balazo en la cabeza. La bala permaneció alojada allí para siempre. Bierce escribió cuentos inmortales. A los 71 años se fue a México y desapareció misteriosamente en 1913. 

A diferencia de Bierce, William Faulkner no vivió la guerra civil. Faulkner nació en 1897, es decir, 32 años después de la guerra civil. Pasaron 62 años cuando Faulkner publicó su novela. Quiero remarcar que Faulkner no reacciona a sus dolores propios o directos de la guerra en sí.

(Algunos  llaman a esto la generación de la posmemoria).

William Faulkner reacciona al significado y consecuencias de la guerra, a las abstracciones emocionales codificadas y heredadas de su familia, sus tías, su abuelos y su tatarabuelo William Clark Falkner, héroe de guerra.

Es decir, William Faulkner reconstruye emociones abstractas, edificadas por sus neuronas del hipocampo, según la neurociencia.

Yo deseo subrayar, en última instancia, este fabuloso mecanismo de construcción de ideas en el hipocampo.  El hombre está determinado por las murallas del lenguaje, determina sus estructuras de pensamiento. Todo es una cuestión de reconstrucción de lenguaje. Modelos mentales para construir una realidad. El cerebro construye y modela.

Mientras agoniza la llevan a enterrar

Faulkner en su novela Mientras agonizo desestructuró el relato. La novela se expone a través de los personajes.


(Tal como lo había hecho en El anillo y el libro, Robert Browning en 1868. El crimen de Guido Franceschini narrado doce veces, a través de monólogos dramáticos).

Mientras agonizo es un road movie o viaje en carretera, donde llevan a la madre Addie a enterrar. Lo cuentan diversos personajes. Hasta que en un solo y breve capítulo habla la muerta, que la llevan a enterrar.

En la Odisea de Homero, Odiseo baja al infierno y escucha a los muertos. De hecho, el título de la novela Mientras Agonizo, hace alusión al Lamento de Agamenón en el capítulo 11 de la Odisea de Homero,  Descenso al infierno, descensus ad inferos, el territorio de los muertos.  

Veinte años después, Faulkner recibe el premio Nobel. Un frío domingo 10 de diciembre de 1950  fue al acogedor banquete en el City Hall en la isla Kungsholmen de Estocolmo. Faulkner dijo en su discurso: “Nuestra tragedia actual es un miedo físico y universal, tan largamente padecido que hemos llegado incluso a soportarlo.”

La materialidad de María Luisa Bombal: el dolor y la violencia de género.

María Luisa Bombal nació frente al helado océano Pacífico en Viña del Mar en una familia de la alta burguesía. Tenía ocho años y se murió su padre. Ella se fue con su madre a París. Estudió literatura en La Sorbona.  

Volvió a Chile en 1931. Tenía 21 años.

Santiago de Chile. Así, cayó en un bucle tradicional, patriarcal. Un bucle o topoi tradicional, donde sus miembros comparten ideas, creencias o estereotipos culturales tradicionales o conservadoras. 

En ese bucle aprendió rápidamente que el tiempo es distinto según el espacio en que vives.

Santiago es un bucle o potoi patriarcal desde su fundación. Una ciudad fundada en el cerro Santa Lucía por hombres bien hombres, digamos soldados analfabetos detrás de oro escaso: los españoles de Pedro de Valdivia.

María Luisa Bombal parecía extravagante en ese bucle. Lo era. Ella es el descaro femenino. Se sentía extranjera. A pesar que amaba Chile y sus volcanes. ”Nunca se puede renunciar a un país con setecientos volcanes.”

Se vinculó con los escritores en los cafés de Santiago y se hizo amiga de Pablo Neruda.

Vive un drama tortuoso. Fue amante de Eulogio Sánchez Errázuriz, un hombre casado, levemente gordo pero muy mujeriego.

Una tarde de invierno entró en la casa del amante Eulogio en el barrio Brasil de Santiago. Ella se disparó en un brazo delante del gordito mujeriego. 

Ella terminó en el hospital con todo el dolor del desamor. Fue su modo de rebelarse a la tradicional sociedad chilena que cercena o ahoga su libertad femenina.

En septiembre de 1933 cruza la montaña de Los Andes. Huye del bucle obsesivo de dolor, de las rumiaciones o pensamientos repetitivos y negativos que la abruman en Santiago.

Buenos Aires.

Ingresó al bucle o topoi literario más activo de América de la década de los 30: Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Norah Lange, Alfonsina Storni, Victoria Ocampo. Los extranjeros Alfonso Reyes,  Gabriela Mistral, Federico García Lorca y Pablo Neruda.

Estaba de moda Faulkner y Virginia Woolf. Fue la época en que Faulkner y Woolf se convirtieron en un referente de lectura y escritura. Borges reseñó varios de libros de Faulkner y tradujo Las Palmeras Salvajes.

Publicada en la Editorial de Oliverio Girondo en 1934, su primera novela corta o nouvelle, La Última Niebla. Es un caso de posesión sexual por un extraño personaje que, después del orgasmo femenino, desaparece. Ella dedica su vida para reencontrarlo. AI fin, le dicen que él ha muerto hace mucho tiempo. Un caso de extraño vampirismo sexual.

La Amortajada es la obra más importante de María Luisa Bombal. La primera edición apareció en 1938 en la editorial Sur de Buenos Aires, dirigida por Victoria Ocampo.

Habla la muerta. La Amortajada comienza con el despertar de ella: ‘Luego que hubo anochecido, se le entreabrieron los ojos”. Y comienza la narración cuando ella -ya muerta- revive Io que le ha sucedido en su vida.

Fundadora del gótico, del realismo mágico, en definitiva, de la literatura fantástica. Se constituiría en una figura deslumbrante para los escritores latinoamericanos, como Juan Rulfo, Gabriel García Márquez. Carlos Fuentes (“madre” de todos los escritores latinoamericanos contemporáneos), Borges (“La Amortajada es un libro que no olvidará nuestra América”).

Entonces, un día María Luisa volvió a Santiago. Ya era otra: una pequeña estrella literaria. 

El lunes 27 de enero de 1941 hacía calor. A las 5 de la tarde Bombal salió del café del Hotel Crillón  por  la calle Agustinas del centro de Santiago. Con un elegante vestido blanco de seda. Entonces lo vio: el gordito mujeriego caminado por la calle. El donjuán mujeriego de Eulogio. 

“Sinvergüenza”, le gritó. 

Sacó una Mauser 4 milímetros y le pegó tres tiros. 

Pum, pum pum. 

El mujeriego quedó grave en el hospital. 

Ella fue presa.





La materialidad de Mariana Enríquez:

 la infancia en un clan familiar asesino.

 


Una tarde fría de invierno de junio de 2019, llegué a la que era una fantástica biblioteca del parque Bustamante de Santiago. Una biblioteca de cómodo estilo nórdico, amplia, de relajados sillones, de sala plenamente iluminada.  Allí, tomé la foto mientras la escritora Mariana Enríquez leía un cuento de su libro “Los peligros de fumar en la cama” de 2009.

Era uno de sus cuentos de fantasmas en la ciudad de Buenos Aires, y ¿Quiénes son esos fantasmas de la ciudad ? Para Mariana Enríquez son pues los fantasmas de los desaparecidos argentinos de la dictadura militar de Videla.  Me conmueve.  Su unión del horror, el fantasma y los crímenes de los militares.

Unos meses después, la hermosa biblioteca donde leyó Mariana Enríquez, ardió completamente en medio del Estallido Social de octubre del 2019. Todo el barrio ardió. Estábamos en el núcleo de  una sociedad simuladamente pacífica.

La larga novela Nuestra parte de la noche (2019) es sobre una densa historia del clan familiar de Gaspar Peterson, un chico nacido en 1974. Sí, un clan familiar asesino.

Las 667 páginas están divididas en seis partes de extensión desigual, alteradas cronológicamente con saltos temporales. Casi todas contadas en tercera persona, con ánimo exteriorista, no intimista. Técnicamente es un relato desestructurado, contado desde diversas perspectivas y no lineal. Tal como Mientras Agonizo de William Faulkner.  Y, quizás por eso, ambas novelas son algo fastidiosas o difíciles de leer. 

En el capítulo cuarto está en primera persona, habla la madre de Gaspar, que ya está muerta, Rosario. 

La larga historia comienza cuando el argentino Gaspar Peterson tiene 6 años y está de viaje en auto con su padre Juan Peterson, un argentino de ascendencia sueca. Como en Mientras agonizo, es una road story desde Buenos Aires a Misiones, en la frontera con Paraguay. El trasfondo son los años terribles de la dictadura Argentina, donde se ven los controles militares en la carretera. De oscuridad y secretos.

Su madre Rosario Reyes Bradford ya está muerta, supuestamente en un accidente.

En el viaje suceden acontecimientos que harán avanzar la trama.

Gaspar conoce a su tía Tali, media hermana de su madre Rosario, y medio amantes de su padre Juan. Lo que fue una especie de triangulo. Tali es media india guaraní que mantiene semi clandestina un templo alternativo llamado San La Muerte.

Gaspar y su padre Juan llegan a la casona de sus suegros, Mercedes Bradford y Adolfo Reyes, el centro operativo de una Orden.

Así nos enteramos que Juan Peterson es un médium con capacidad de convocar a la Oscuridad de la Orden dominada por la poderosa y asesina familia Bradford. Son criminales que usan prisioneros para el sacrificio, con la supuesta idea de que vivirán eternamente. En casa de sus suegros Mercedes Bradford y Adolfo Reyes se produce el Ceremonial de la Orden. El llamado Ceremonial es, en realidad, un acto simple y barato, vulgar: La Oscuridad se come vorazmente a nueve víctimas secuestradas y enjauladas en un túnel subterráneo. Sin efectos prácticos evidentes, los sacrificios son simplemente, asesinatos en masa, también llamadas masacres.

Por su labor como médium la salud de Juan es precaria. Los Ceremoniales lo ponen enfermo,   enfermo y  agotado.  Una enfermedad cardiaca grave, el ritmo de su corazón no es normal.

Mercedes quiere que su nieto Gaspar sea su heredero como médium. Juan sabe que corre peligro. Por eso busca quien se quede con su hijo, pues sabe que pronto él puede morir.

Entonces, la villana de la historia es la abuela de Gaspar, la abuela Mercedes. Ella le hizo unas pruebas a Gaspar para probar que era apto como médium. Allí Juan se entera o sospecha que Mercedes mató a su mujer, Rosario. Por razones de poder interno. Una disputa por el control de la Orden.

Es decir, Mercedes es la Cruella de Vil, una bruja malula de una familia de criminales. Su cómplice directo es su hermano, el doctor cardiólogo, Jorge Bradford.

Para mí, son simples asesinos de entelequia o mentalidad colonial.

El valor de la novela de  Mariana Enríquez es construir una familia que mata por un espurio ensueño, sin efectos prácticos. Clan asesino. Eso duele. La escritora le da contenido familiar a una casta gratuitamente asesina. 

Lo otro es la visión oscura de la infancia, o como los adultos destrozan la psiquis de niños por sus oscuros deseos de convertirlos en algo que no son.

Igual que el poder militar argentino que asesinó a sus compatriotas. Se estima que unos 500 niños fueron secuestrados-desaparecidos durante la dictadura de Videla.

Terrible.

Como si el mal fuese el territorio, una maldita comarca. Como la extraordinaria novela “Alhué”, del chileno José González Vera de 1928. Alhué, comarca de brujos según los mapuches. Una corta e intensa narración en primera persona sobre un pueblo llamado Alhué, comarca maldita.  Un narrador omnisciente evoca muertos. "Lilas de la tierra muerta". Alhué de González Vera prefigura Comala de Rulfo, que, a su vez, anticipa Macondo de García Márquez.

La Orden de la novela de Enríquez se encubre por el poder militar, que de algún modo hace lo mismo que la Orden, pero en paralelo. En paralelo el poder militar hace desaparecer a niños argentinos.

(La Orden es como la Colonia Dignidad, la poderosa secta de nazis alemanes, el mal que, en el sur de Chile, colaboró con la siniestra DINA chilena. Allí torturaban y enterraban prisioneros políticos durante la dictadura de Pinochet).

En el capítulo 4 habla la muerta Rosario Reyes Bradford, la mamá de Gaspar Peterson.

Técnicamente el capítulo 4 no es un capítulo intimista o de flujo de conciencia, en la tradición de monólogos intimistas de Molly, el capítulo 18 y final del Ulises de James Joyce. O del capítulo de la muerta Addie de Mientras Agonizo de Faulkner. O de Ana María, el personaje de la novela La Amortajada de Bombal.

Mariana Enríquez escribe con distancia, con frialdad. No hay lamento. Tampoco hay gran odio. En un largo capítulo informativo de 130 páginas. Rosario cuenta la densa historia criminal de su clan, la familia Bradford, y la Orden, durante el siglo xx.

Al fin, Gaspar, huérfano de padre y madre, tenía entre 11 y 13 años, cuando vive con su tío Luis, que lo adopta. Y convive con sus amigos Vicky, Pablo y Adela.

En su adolescencia Gaspar hace listas de poetas suicidas, lee a Poe, a Alejandra Pizarnik, y es asiduo a las discotecas under donde se escuchaba rock punk. Es decir, escritores malditos y temas oscuros que se alimentan del decadentismo del fin de siglo XIX y que son siempre populares entre las generaciones jóvenes.

Madame Bovary, c´est moi. Madame Bovary soy yo.

La frase se asocia al francés, Gustav Flaubert, autor de su novela Madame Bovary. No hay pruebas de que Flaubert realmente dijera esta frase. Pero, la frase se hizo popular en el siglo XX, y se utilizó a menudo para describir la identificación de un autor con su personaje principal.

Gaspar Peterson es Mariana Enríquez.



Biografía

AGOSÍN, Marjori (1983): Las desterradas del paraíso, protagonistas en la narrativa de María Luisa Bombal. Senda Nueva de Ediciones.

BIANCHI, Soledad  (1997): María Luisa Bombal o una difícil travesía (del amor mediocre al amor pasión). Cyber Humanitatis, Núm. 2 1997.

BORGES, Jorge Luis (1986): Textos cautivos Edición de Enrique Sacerio-Garí y Emir Rodríguez Monegal.   Editorial Sudamericana.

FELDMAN, Lisa (2018): La vida secreta del cerebro: cómo se construyen las emociones.   Paidós.

GUERRA, Lucia (2012):   Mujer, cuerpo y escritura en la narrativa de María Luisa Bombal

HIRSCH, Marianne (2015):  La generación de la posmemoria. Escritura y cultura visual después del Holocausto (Madrid: Carpe Noctem.

KAZIN, Alfred (1942): On Native Grounds: An Interpretation of Modern American Prose Literature. New York: Harcourt Brace and Co.

LEÓN, Gonzalo (2017): Las Bombal y Borges. Revista Punto Final, 21 de Diciembre de 2017

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