viernes, diciembre 19, 2025

Sabías que fue Calímaco, padre de los bibliotecarios, quien primero clasificó los libros en géneros: verso y prosa en la Biblioteca de Alejandría. «El infinito en un junco» de Irene Vallejo.

 


Por Omar Pérez Santiago.

Sabías que fue Calímaco, el padre de los bibliotecarios, quien primero clasificó los libros en géneros: verso y prosa en la Biblioteca de Alejandría. 

El junco de papiro hunde sus raí­ces en el Nilo.

El papiro, una planta acuática, hunde sus raí­ces en las aguas del rí­o Nilo en Egipto.

Los antiguos egipcios utilizaban esta planta para crear hojas de escritura, entre otros usos, y se convirtió en un recurso vital para su cultura y comercio.

Seré breve y directo: El libro de Irene Vallejo me fascina porque:

Es  un  canto entusiasmado de amor a la lectura, la escritura y la cultura.

Es una buena reflexión sobre la memoria y la pervivencia del conocimiento.

Es erudito y es ameno sobre la Antigüedad Clásica, la historia del libro, las bibliotecas y los grandes pensadores.

Tiene un lenguaje poético, pleno de anécdotas, paralelismos con el presente y referencias a la cultura popular (cine, literatura moderna).

Es un ensayo, mas su prosa es envolvente.  Su voz  subjetiva es cercana.

Revive a los personajes. Cuenta historias propias de inventores, copistas, bibliotecarios y salvadores de libros.

Destaca la labor de las mujeres en la defensa del libro.

Nos alerta sobre la fragilidad del conocimiento, la vulnerabilidad de los libros y del conocimiento y la tenaz lucha humana para preservar y transmitir las ideas.

Es un homenaje a la lectura y la libertad de pensamiento.

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