jueves, octubre 20, 2005

Biblias de Tijuana 10: Censura de las clases finas


El cómics es el desagüe del medio de comunicación; es decir, es lo que sucede en los intersticios del medio. Por supuesto, los cómics han sido vistos como el desagüe de los medios de comunicación en el sentido más obvio del término desde que Yellow Kid de Richard Felton Outcault (1863-1925) apareció en un suplemento de cómic del domingo del New York World en 1895. Las clases finas cuestionan la vulgaridad de los cómics y han tratado de tenerlos asfixiados pues los consideran una amenaza a la alfabetización y una influencia corrupta en los niños. Los chistes ciertamente fueron leídos por niños, pero un sondeo de Gallup de 1938 mostró que cerca del 70 por ciento de todos adultos norteamericanos los siguió fielmente también. Es difícil de sobreestimar cuán central eran los cómics en la cultura masiva, en aquellos días en que las imágenes emitidas por los rayos catódicos aún no llegaban a cada hogar.

Quizás es el encanto primitivo y directamente visual de los cómics que los acusa falsamente de ser un medio para niños y que los hizo tan vulnerables a la ira del censor. En 1994, Michael Diana, un dibujante de cómics de Florida cuya revista de cómics autopublicada, "Boiled Owl," claramente dirigida a adultos, llegó a ser el primer dibujante de cómics en América de ser condenado por obscenidad. ¡Uno de los términos draconianos de su libertad condicional le impuso la prohibición de tener algún contacto con menores!
Es un negocio peligroso, los cómics.


Por Art Spiegelman (1948, USA)
Versión en español de Omar Pérez Santiago
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